jueves, 27 de mayo de 2010

Trabajo para vivir, vivo para trabajar




          El trabajo fue hecho por y para el hombre, nunca al revés. En el momento en que vivimos para trabajar, nos convertimos en máquinas. ¿A esto realmente se le puede llamar vida? En nuestro país impera la primera afirmación. El trabajo es un elemento humanizador del hombre, le confiere dignidad. A veces podemos perder el rumbo de nuestras vidas, absortos en los quehaceres laborales. No nos percatamos de la existencia de un mundo que subyace a nuestro mundo económico, a saber, el ámbito familiar. Si olvidamos a nuestra familia, de nada sirve el éxito profesional. Si ganamos al mundo a costa de nuestra alma, ¿acaso será un negocio factible?

Para quien confía en Dios, el trabajo adquiere su valor y dignidad reales. Nuestra meta es más alta. Tan elevada que desborda, incluso nuestras propias aspiraciones.

No sólo de trabajo vive el hombre...

No hay comentarios: