sábado, 19 de octubre de 2019

Experiencia FIL Monterrey 2019




      El viernes, mi esposa y yo nos dimos la oportunidad de asistir a la Feria Internacional del Libro en Monterrey. El año pasado no fuimos. La razón es sencilla: cada vez hay menos expositores e invitados. Este año los anaqueles y pasillos fueron menos que hace dos años. Confieso que la entrada en esta ocasión fue accesible. Por veinte pesos puedes visitar la Feria por el tiempo de duración de la misma, es decir, la entrada vale para todos los días. El guardia que recibió nuestros boletos nos confirmó la validez de los mismos. Existía la posibilidad latente de volver a entrar el sábado y domingo a la feria sin pagar más (exceptuando la cuota única de estacionamiento con valor de ochenta pesos, sí te lo piensas).

Por desgracia, se nos ocurrió acudir en la mañana. Hordas de niños de preescolar, primaria y secundaria asediaban los pasillos con sus gritos y correrías. La sección favorita de los imberbes fue la de comics. Pude ver a varios de ellos por lo menos con un libro en mano. Hubo pocas ofertas; pero estuvieron. Era cuestión de buscarlas. Nunca vi libros obsequiados. Me imagino que rentar un espacio en la feria costó un ojo de la cara. Por tal motivo los expositores fueron contados. En años anteriores recorrías la Feria en un lapso no menor a tres horas. Esta vez hicimos el recorrido en una hora y media; con niños de por medio.

Una oferta que llamó demasiado mi atención fue la del Fondo de Cultura económica. Había una colección de libros de bolsillo con costos desde los diez hasta los veinte pesos. Eran relatos cortos de variados temas. La colección se llama Vientos del Pueblo. Un gran acierto para la nueva dirección del Fondo. Son libros que puedes leer en el metro, en el autobús, prácticamente puedes llevar cultura a todas partes. Compramos cinco ejemplares de esa colección por una cantidad menor a lo pagado por estacionarnos.

También compré un separador magnético de Memín Pinguín. Ahora que me detengo a observarlo el diseño del personaje es racista en exceso. Pero me gusta la historia del personaje, muy bondadoso...

A medio día terminamos el recorrido. No comimos nada dentro de las instalaciones. En primer lugar porque los precios estaban elevados; y por otra parte la oferta gastronómica era menor a otras ediciones del evento.

Creo que los organizadores deberían  ver este evento por lo que significa culturalmente hablando. No estaría de más que vieran las Ferias de la Ciudad de México y la de Guadalajara como un ejemplo de lo que sí es lícito hacer. No todo es negocio.