jueves, 27 de mayo de 2010

La última y nos vamos




        La verdad no sé quién es Cerati, sólo vi en las noticias que estaba enfermo de algo que tiene que ver con la presión arterial, al parecer su estado de salud no había sido bueno en mucho tiempo; entre las causas se encuentran el estrés, la mala alimentación y el cigarro. No supe nada más. Espero que se mejore.

A pesar de no saber nada de este artista ni de su vida, la noticia me dejó reflexionando. ¿Por qué a veces es tan difícil cuidar nuestra salud, aún cuando sabemos previamente las cosas que la deterioran? No es lo mismo que nos de gripe, o alguna enfermedad de esas que nos toman por sorpresa, a las enfermedades que causamos nosotros mismos, como la obesidad, enfisema pulmonar, presión arterial debido al estrés, etc. Pero yo sé que el problema es más complicado que eso, por ejemplo, se dice que los alimentos frescos, sin conservadores ni químicos, son los mejores para la salud, pero a la hora de ir de compras uno puede toparse con que las cosas naturales y frescas, muchas veces son más caras, nos adentramos a un problema económico que no me interesa aquí. De la misma manera resulta que algunos productos como los endulzantes artificiales son mejores que el azúcar normal para las personas con problemas de diabetes, pero también son dañinos para el riñón. Es toda una paradoja, salvo mi riñón o me cuido del azúcar.

Podemos entrar en debate en cuanto alimentos, economía y salud. Pero, ¿qué pasa con los fumadores?, por ejemplo. Si saben que fumar es malo para la salud, ¿por qué siguen fumando?, Aquí el problema rebasa lo material para adentrarse al terreno de lo inmaterial. El valor de la vida como un regalo divino pasa a segundo plano cuando el vicio es más fuerte, cuando lo material nos envuelve y nos acerca al placer. La voluntad se debilita y cedemos frente a lo ilógico.

Recuerdo mis clases de ética aristotélica, uno de los temas que más me apasionaba era precisamente éste: ¿por qué el conocimiento no impide actuar equivocadamente? Por qué el hombre, sabiendo que beber en exceso es tan nocivo en todos los aspectos, duda y cede ante ese último vaso. Yo no sé cómo era la vida de Sócrates, pero si para él la sabiduría bastaba para el actuar recto del hombre, ¿habrá dudado alguna vez entre quedar satisfecho o comer ese último pedazo de pan y sufrir las consecuencias después? Que paradoja...

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