miércoles, 26 de octubre de 2016

Experiencia FIL Monterrey 2016




        El jueves, mi esposa y un servidor, tuvimos la oportunidad de asistir a la Feria Internacional del Libro, en su edición del año 2016. Nos encontramos con la sorpresa de que ahora cobrarían veinte pesos por entrar a un evento que año tras año se había distinguido por ser gratuito. Quedaba la opción de registrarse en la página web de la Feria, para obtener un boleto electrónico de cortesía. Así lo hicimos. Bastó con mostrar la pantalla de nuestros celulares para escanear el código ahí plasmado.

Fuimos un día poco concurrido. Los pasillos fueron atacados con cierta libertad. Me permito hacer una breve pausa en este espacio para mostrar una constante en estos últimos años. Desde hace aproximadamente unos cuatro años, las editoriales capaces de adquirir un espacio de exhibición, son las de mayor renombre. La distribución de lugares es prácticamente la misma. No necesitamos la guía de un mapa para orientarnos por el lugar; sólo basta recordar el recorrido del año pasado. Tampoco los niños de diversas escuelas, corriendo entre pasillos, cambiarán. Es una oportunidad única de esparcirse más allá de las aulas.

Recuerdo eventos pasados, en los cuales había toda clase de estantes, con libros viejos, hasta imprescindibles separadores. Desgraciadamente, la renta es inalcanzable para aquellos libreros de antaño. No son redituables.

En su afán por buscar ganancias, los organizadores crearon el día del bibliófilo (o como escuché en cierto noticiero local, "bibliógrafo"), en el cual, pagando la suma de doscientos pesos, podías entrar con mayor comodidad y realizar tus compras, sin multitudes que te molesten. Gran idea ¿no? Un evento cultural abierto a todo público, ahora se vuelve exclusivo; al mejor postor.

En contraste puedo decir que hubo excelentes descuentos. Con doscientos pesos compramos cinco libros, al precio de uno.

Algo digno de risa: La Institución organizadora, dedicó un pasillo entero a la robótica. Por más que lo pensé, no entendí la relación entre un libro y un robot...

La cultura se está volviendo un producto de lujo, cuando debería estar a disposición de todos. Aristóteles lo señala claramente en el libro primero de la Metafísica: "Todos los hombres, por naturaleza desean saber". Así comienza su obra. No pude más que memorizar esa frase.