viernes, 28 de febrero de 2020

No puedes leer un mismo libro dos veces.

   

           Cuando era un joven de veintitantos años leí el Príncipe de Maquiavelo. Es una lectura corta impregnada de gran contenido. El poder ya no viene del Cielo, sino proviene de los méritos o atrocidades del hombre. Puede leerse como una guía para alcanzar y/o conservar el poder.

Años más tarde el mismo libro llegará a manos de mi hermano. Lo devoró en breve tiempo. Leía un capítulo y me comentaba las ideas contempladas en sus páginas. Eran ideas con su peculiar punto de vista. Me quedé estupefacto, ya que el principal concepto obtenido en mi lectura fue "el fin justifica los medios", con tal de mantenerse en el poder.

Mi hermano, no obstante, me recordó otras ideas de esa obra, a tal grado, que ese libro está de nuevo en mi lista de espera. Lo releeré con nuevos bríos. Cómo un mismo libro puede fluir más de una sola vez en nuestras mentes y ánimos. Es un diálogo continuo con grandes mentes de diferentes épocas. En esto reside la grandeza de la lectura. Podemos conversar mentalmente con maestros de papel. El tiempo no es barrera: regresar, pausar, adelantar, todo con tal de comprender mejor lo leído.

Parafraseando a Heráclito: No puedes leer un mismo libro dos veces. El flujo de ideas es cambiante.  Bebemos de las fuentes del conocimiento a voluntad. Sólo basta tomar un libro y tener el valor de abrirlo...