viernes, 24 de junio de 2016

Mirada Trascendente



      Cómo cuesta mirar la realidad desde distintos ángulos. Estamos acostumbrados a mirar al mundo con lentes propios, hechos a medida. No podría ser de otra forma. Es normal. Es lo esperado, podría decirse. Existen tantos lentes, como personas. Cada mirada es única y puede aportar un enfoque nunca antes visto en el inmenso océano de opiniones e ideas.

Sí, la forma individual de ver la realidad es original; pero no exclusiva. Tampoco es única, menos absoluta. No puede imponerse, violentando a quienes piensen diferente. El mundo no funciona así.

La peculiaridad de nuestra visión puede enriquecerse con una apertura sincera hacia los demás o bien, estancarse en una aparente superioridad. Una forma de llegar a la Verdad, podría ser a través de compartir nuestras ideas. No se trata de construir la "verdad" como un rompecabezas con millones de piezas hasta conseguir un "producto" verosímil. La verdad no es un artificio.

Más bien podemos llegar a vislumbrar una parte de toda la verdad. Conocer poco, pero hacerlo bien.

En fin. Hay un tipo de mirada poco conocida, a saber, la trascendente. Esta visión conduce a la sabiduría. Por tanto, es la forma más difícil de adquirir, porque supone fe, en última instancia. La fe es cierto abandono. Lanzarse al vacío, pero sin llegar a perderte. ¿Ven? Parece contradictorio. Es un misterio. Sin esa mirada el hombre pierde rumbo y sentido. Sin esta brújula, todas sus acciones parecen conducir a la muerte, hacia la soledad, hacia nada...

Con esta nueva mirada, el mundo se ve como un todo ordenado. Cada acción repercute no sólo en el agente, también afecta a individuos más allá de nuestro campo visual. Esta vista no sólo está constreñida en el presente; se distiende en el pasado y en el futuro. Al final todo tiene un porqué.

Santo Tomás de Aquino decía que por fe, alcanzamos el fin del conocimiento, que por vía racional nos llevaría muchas vidas para llegar a él.

Sin embargo la fe no puede adquirirse por iniciativa propia. Es un regalo, un don, nos es dada. Cualquiera podría conseguirla; aunque no todos estén dispuestos. Supone humildad. Reconocer nuestras limitaciones. Vaciarnos de pretensiones, para que así Él nos llene.