viernes, 20 de mayo de 2016

Sacrificios para el hombre sediento de cultura y diversión




Cuando Cristo entró en el mundo, dijo «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.


                                                                                                         Hb 10,5-10.


Me atrevo a comentar con mucha humildad este pequeño pasaje de la carta a los Hebreos, atribuída a san Pablo, con el fin de mostrar la inutilidad de los sacrificios animales, sobre todo, en los realizados para el beneplácito del hombre. Sinceramente no entiendo a los cristianos que gustan de ir a las corridas de toros, peleas de gallos, de perros... Si el sacrificio de Jesucristo ya anuló de una vez y para siempre los holocaustos de animales, con la entrega de sí mismo en la Cruz.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias.

¿En honor de cuál Dios atormentas a un pobre animal? ¿Con qué fin lo haces?

Voy a responder con una afirmación algo polémica. Aunque mi intención no es ofender. Sólo busco despertar conciencias. Es mi punto de vista, abierto al diálogo:

Estos sacrificios se hacen para dar gusto al hombre que en el fondo se cree dios. Me explico. Los espectáculos con animales tienen el fin de entretener a las personas. Se mata y/o tortura a un animal innecesariamente sólo para satisfacer el deseo de unos cuantos. Incluso, la crueldad hacia un animal tampoco está justificada ni para saciar el hambre. Se quita una vida para prolongar otra. Debe hacerse con respeto. Los espectáculos cruentos dan gloria al hombre. Apariencias.

El Catecismo de la Iglesia Católica es claro al respecto:  "Todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana" (No. 92).

Me resulta incongruente, la forma de pensar de los católicos que asisten a las corridas de toros. ¡Hasta sacerdotes y obispos! Bueno, sólo algunos. 

El cristinaismo es una religión contraria a la violencia. La Paz no puede nacer de la crueldad.

Me podrán objetar una "exagerada" preocupación por los animales en detrimento de mi especie. Diré que la violencia comienza por los menos desprotegidos. No es por nada que los asesinos seriales, iniciaran su carreara criminal, atormentando animales. No les fue díficil dar el salto hacia las personas. Cambio de vícitma solamente. Exagero al hacer semejante comparación. Pero la irracionalidad de fondo en estos casos es similar, con sus respectivas salvedades.

¿Quién soy para juzgar? Sólo les pido reflexión al respecto y examinar de manera personal su conciencia, para ver si un espectáculo basado en la crueldad, es compatible con los principios cristianos. ¿Es lo deseado por Dios, al hacernos custodios de la Creación?