viernes, 13 de enero de 2012

Frankenstein

   En esta novela de terror, el señor Victor Frankenstein, un estudiante de Física y Química, empieza por adentrarse en el estudio de autores clásicos como Paracelsus, entre otros. Su sed cognoscitiva es bastante profunda: quiere saber los secretos más recónditos de la Naturaleza, exprimir sus leyes. Se interesa por la Biología, sobre todo en los procesos vitales, por la vida en sí.

Convertido en autodidacta, logra avances en las leyes de la vida. Es curioso que en esta novela sea un físico quien se dedique a descifrar los secretos vitales. La vida para Frankenstein connota sólo procesos físico-químicos de la materia, sea ésta animada o inanimada. Experimenta con pobres animales, robándoles la vida. Después de varios experimentos de ensayo y error (como cualquier ciencia objetual) consigue dar vida a materia inanimada. Cabe destacar que Frankenstein no crea vida; él admite haber quitado vida a los animales y comunicarla a cualquier objeto, lo cual sería imposible, hablando en términos metafísicos. Aristóteles decía que el vivir, es el ser de los vivientes.

Una idea surge: ¿Por qué no dotar de vida cuerpos "privados" de la misma? Mejor aún: Crear un nuevo hombre con partes extraídas de varios cadaveres. Lo cual es factible si la vida se reduce a procesos físico químicos, es decir, materialidad.

Frankenstein lleva a cabo semejante idea. El resultado es un hombre corpulento, dos metros con cuarenta centímetros de altura, fuerza sobrehumana; por cierto, a diferencia de muchas películas "jolivudeñas", este hombre posee un coeficiente intelectual bastante elevado, incluso superior a su creador. Las bajas temperaturas y la escasez de alimento no son problema para semejante ser. Puede moverse con agilidad extraordinaria y escalar montañas como un ejecutivo subir peldaños.

Pese a capacidades increíbles, dicha creación muestra un defecto poco favorecedor, a saber; es bastante feo. Sus intenciones son puramente sociales; el rechazo de las personas no espera. Termina por odiar a los hombres, incluso a su propio creador. Asesina  personas muy cercanas a Frankenstein...

Sin duda el papel de la bioética hubiese jugado un papel fundamental en esta historia: éticamente jamás será viable experimentar semejantes quimeras. Socialmente la discriminación es una vergüenza que tiene eco en este cuento. A muchas personas se les ha tachado de "monstruos" sin conocerlas.

La sed por saber puede llevarnos a perder el rumbo en nuestras acciones. El fin nunca justificará los medios. En el caso de Frankenstein, la finalidad era solo demostrar que podía hacerlo. Las leyes de la Naturaleza no son absolutas. No todo lo técnicamente posible, es moralemente factible.

Medio pan y un libro.

Medio pan y un libro.


Medio pan y un libro.
Alocución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931:

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

"Por eso no tengo nunca un libro. porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aqui honrado
y contento de inaugurar esta Biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

"No sólo de pan vive el hombre.
Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro.
Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos.
Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan.
Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

"Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
"¡Libros! ¡Libros!
Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.
Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!».
Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón.
Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

"Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".



--Manuel Ramos Desde Mi iPad