viernes, 10 de septiembre de 2010

Aguafiestas

Mucho se ha hablado sobre los festejos del bicentenario, unos quieren celebrar a lo grande, otros prefieren aprovechar la ocasión para protestar contra el gobierno ante la inseguridad en la que vivimos. Cualquier posición que se quiera tomar ante los problemas de este país, no se puede negar que este año la celebración del 15 de septiembre no será como las demás. Hay miedo en los rostros de la gente, hay pena ante tantas fatalidades. La forma de festejar, en especial en la Ciudad de México, donde se han gastado muchos millones para la celebración, nos recuerda que estamos muy lejos de ser un país civilizado. La educación está por los suelos, sin una mejora radical en este rubro, no hay un futuro oesperanzador para nadie. Es fácil criticar a aquellos que pueden escapar a otro país, pero sus buenas razones tienen y son muy respetables. Todo mundo pide un cambio, todos queremos un país limpio y seguro, pero nisiquiera hemos tomado los primeros pasos para lograrlo, mientras la educación siga en manos de una mafia, sin más objetivo que ganar poder y dinero, no hay esperanza. Yo en lo personal festejaré la independencia, no como otros años, no con música, ni comida y fiesta, prefiero celebrar como todo el país debería, estudiando la verdadera historia de nuestro México Independiente, muy lejano a la basura que se enseña en las escuelas.




Bien Común vs Bien propio



     No es tarea fastidiosa recordar la importancia de atender los problemas relacionados con nuestra sociedad. Caigo en la cuenta de que el principal problema de este país no es de carácter político, económico, etc. Más bien el problema es de mentalidad. La mentalidad de la mayoría de los mexicanos es egocéntrica. Sólo se preocupan de lo importante para ellos, a saber, de sí mismos. Anteponen cualquier cosa con el objetivo de satisfacer sus necesidades.
-Si tengo prisa no importa que maneje mal, poniendo en peligro de accidente a los demás.
-Importa más atender las llamadas de mi celular, incluso si conduzco imprudentemente, (la mayoría de las llamadas carecen de importancia).

Con esta forma de ver el bien, ¿dónde llegaremos, si es que llegamos?