martes, 19 de abril de 2016

Trivialidad o ¿por qué decidí volverme androide?

     

       Hace unos días, me dio por vender mi IPhone 6 Plus. Y he de confesar que sólo me arrepiento de una sola cosa: De no tener el terminal de Apple. Me explico.

Mi antiguo celular me abría muchas puertas en el escalafón social. Su principal función es ser un indicador de estatus, de importancia y de supuesta solvencia económica. Aunque muchos obtuvieron semejante celular mediante el crédito bancario, o la renovación de contrato por la compañía celular, o por la combinación de ambas vías. En mi caso, tuve que vender mi iPhone 5s, muy bueno por cierto; pero las cinco pulgadas y media del sucesor, me cautivaron. También vendí mi iPad mini, para juntar la cantidad necesaria. Gracias a mi cuñado, que veló toda la noche en San Antonio, fui uno de los primeros mexicanos en estrenar el teléfono más reciente de la "manzanita".

Debo admitir que la sencillez en el funcionamiento de este celular, es increíble. Hasta mi querida abuela  pudo haberlo usado para estar en contacto conmigo y ver las fotos de sus nietos. El rendimiento de la batería se prolongaba hasta día y medio con un uso normal; viendo videos, jugando, revisando redes sociales, en fin, desconozco el motivo de las críticas de la competencia. Por otra parte, la harmonía entre todos los dispositivos de la marca es insuperable. Todo un ecosistema. Puedo contestar una llamada telefónica desde mi IPad. 

Con la gran variedad de fundas existentes en el mercado, podía transformar mi celular cada día. Si me aburría de su apariencia; sólo debía ponerle otra protección y listo. Mi look favorito era cuando vestía mi móvil con una carcasa tipo cartera con forma de libro (marca Bookbook). Mi teléfono se veía demasiado intelectual, comparado con su dueño. Fue un regalo navideño de mi esposa. La compró en una tienda en línea del otro lado. Con los gastos de importación, no me atrevo a imaginar lo que habrá costado... Como leerán, me hice un fanático, adicto a las fundas. Antes de vender mi "querido celular", conté hasta seis fundas de todos los colores y sabores. Desde la funda original con la manzana por detrás, para que las personas vean que no está protegiendo cualquier celular; hasta la transparente con el fin de contemplar el magnífico diseño, toda una obra de arte.

Ignoro el por qué decidí venderlo. Con la venta no hubo pérdidas substanciales. Un iPhone es un artículo muy cotizado. Se vendió rápido y muy bien. Obviamente no podía estar incomunicado. De vuelta a la compañía telefónica. Renovar contrato y por aproximadamente cuatro mil pesos me dieron un flamante Nexus 5x. No me puedo quejar. Tres cosas me son necesarias para adquirir un nuevo equipo: Batería, cámara y tamaño de pantalla. En el primer criterio, no hay comparación con el iPhone, sin embargo la batería de este androide me dura todo el día. Además acepta carga rápida. La cámara es muy buena. No le pide nada a la manzanita. La pantalla es de poco más de cinco pulgadas en diagonal; un tamaño aceptable. 

¿Volvería a comprar un celular de gama alta? Creo que no. Me he catalogado como un usuario de gama media. Me gusta ver mi correo y redes sociales, jugar uno que otro juego, ver algún video... No necesito un celular con súper procesador. Desafrtunadamente las cosas no están hechas para durar más de dos años; por lo que me veré forzado a renovar mi equipo en un futuro cercano. No volveré a gastar más de cuatro mil pesos por algo que se devalúa al primer dedazo. Si este celular hace lo mismo que el anterior, resulta innecesario mostrarle a los demás mi aparente solvencia económica. Así estoy bien, gracias.

En el caso de  mi IPad, la historia es diferente. Su vida útil puede llegar hasta los cinco años. La uso para escribir y consumir contenido multimedia (incluyendo Netflix, por supuesto).