sábado, 12 de diciembre de 2020

Blogmas 12 2020. La Guadalupana.

 

Regalo de un amigo.


Amanecí un poco resfriado. Sí, lo primero que vino a mi mente fue: ¿estaré contagiado? Por fortuna los síntomas no coinciden. De cualquier forma adquirí un pulsioxímetro para medirnos los niveles de oxígeno en sangre, así como la presión y ritmo cardiaco. La causa indirecta de mi catarro fue la Virgencita de Guadalupe. Les explico. La medianoche de ayer fue un caos. Se jugó la final de fútbol femenil y se cantaron las mañanitas a la Virgen. Esos festejos estuvieron acompañados de fuegos artificiales y cuetones. Mi perro estuvo por toda la casa, andando sin rumbo, presa del pánico. Obviamente nos despertó. Tuve que abrazarlo para tranquilizarlo. Al hacerlo, retiraba la cobija. Una cosa llevó a la otra...

Alguien publicó un tweet sobre si la Virgen hubiese querido que la festejáramos con algo perjudicial para los animales y el medio ambiente, como es el uso de cuetes y fuegos artificiales. Es lo mismo que pensé a la una de la mañana.

Por si fuera poco, mis perrijos no perdonan los horarios ya establecidos. A las 7 de la mañana ya estaba despierto.

Por primera vez en la Historia reciente, la misa del doce de diciembre tuvo que celebrarse a puerta cerrada, y no nos quedó de otra que verla por televisión. Me gustó el sermón del celebrante. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? Esas palabras del Nican Mopohua tienen bastante eco en tiempos tan difíciles como los actuales.

Todavía continúan con la pirotecnia... ¡Qué afán! 

Ya me despido; pero los dejo en excelente compañía. Con la Guadalupana, Madre de la Esperanza.


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