martes, 29 de junio de 2010

Descuido


Sin duda el oficio de enseñar y sobretodo guiar ha sido desvirtuado en nuestro país. Un profesor debería ser un ejemplo a seguir, una figura moral intachable para sus alumnos. La mayoría de las personas dedicadas a tan noble profesión, no la ejercen por vocación; sino porque no les quedó de otra...

Incluso algunas personas sólo ven esta profesión como un peldaño más a subir en su carrera profesional.

Ser profesor es una labor tan noble como ser médico o bombero. En la docencia lo que está en juego es el destino de sus alumnos. ¡Qué gran responsabilidad pesa sobre nuestros hombros!

La vocación del profesor es una vocación singular: implica renuncia, de ésta la más singular de todas, a saber, buscar el bien del alumno, incluso por encima del propio.

Desgraciadamente, pese a ser una profesión; la paga es inferior a la de un empleado de oficina, aunque la responsabilidad sea más grande.

Mientras la educación permanezca en manos ambiciosas y mafiosas, la educación no ocupará el puesto merecido y tan poco valorado.

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