lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre la humildad



     Estuve reflexionando acerca del verdadero significado de la humildad, una palabra que escuchamos mucho, sobre todo en cuestiones morales y religiosas. Ser humilde es difícil, ya que no se trata de ser igual a los demás. Intelectualmente todos podemos ser humildes, defender ideales de igualdad, de respeto hacia los demás, pero la humildad va más allá. La humildad se vive, no se predica. La única forma de ser humildes es reconociendo precisamente que no lo somos. Es un hábito difícil de adquirir, se empieza por la educación en casa, los padres deben enseñar a los niños a respetar a cualquier persona mayor a ellos. El dinero no eleva de ninguna manera la dignidad de la persona, menos aún la denigra por su carencia. La humildad no es lo mismo a tener pocos recursos económicos, tampoco que se trata de dar a los pobres una cuota significativa. La humildad es un estado del alma en que el ser humano se percata de la grandeza del amor de Dios por nosotros, y lo insignificante que somos frente a Él. Ese amor tan grande no es exclusivo sino general, Dios ama a todos los hombres, a todos. Cuando entendamos que ama tanto al pobre como al rico, a toda raza, condición social, cultural, etc.. A las personas que nosotros juzgamos, Él las ama. Sólo cuando comenzamos a comprender estas verdades, es cuando más nos acercaremos a la verdadera noción de humildad. Como dije al principio es difícil ser humildes, pero es el camino a la verdad y a la perfección.

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