viernes, 16 de diciembre de 2011
Navidad Franciscana
miércoles, 14 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
Navidad en las Posadas.
Ignacio Manuel Altamirano, Navidad en las Montañas.
La Navidad es pretexto para un interminable desfile de tradiciones, con diversos matices. No faltan los políticos que proclamen un Estado laico en educación y legislación; en todo, excepto la Navidad. Cobran jugosos aguinaldos, viajan a lugares desconocidos para los simples mortales, en fin cuando de celebrar se trata, es válido hasta caer en contradicción. Ofrecen el pan del materialismo y del progreso (Cfr., Jesús de Nazareth de Benedicto XVI). Un verdadero circo es la política.
La Navidad se ha converido en un producto más de consumo. San Nicolás, obispo de la Iglesia católica, repartía regalos a los niños pobres de su comunidad, no sólo juguetes; también lo necesario para socorrerlos en sus necesidades. San Nicolás (el de nuestra iconografía) viste de verde y como obispo, eso sí, con una larga barba blanca, sin la panza característica de los bebedores de refrescos. La mirada de los niños se ha fijado en los regalos que recibirán; con los ojos vendados a todo gesto de caridad en la figura paradigmática de este santo.
Si preguntáramos a cualquier persona qué celebramos el 25 de diciembre; estoy tristemente seguro que dirían cualquier disparate relacionado con los regalos y el consumo. Porque es el reflejo de una humanidad en busca del sin sentido.
Las noticias nos abruman con violencia, corrupción y mentiras. El país adolece de Buenas Nuevas. Estamos en la tercera semana de Adviento, la semana de la alegría. La alegría de la llegada jamás podrá desplazarse, si está cimentada en los corazones. Debemos fincar nuestra alegría en lo permanente; la materialidad se devora a sí misma. Hay más razones para estar alegres. En la tempestad también será recibida una sonrisa.
El mundo guarda una esperanza, misteriosa y obscura, si se mira desde el interior. Si miramos desde fuera, veremos que el sentido de este mundo no está dentro. ¿Para qué? Si todo lo que vemos sometido está, caprichos del tiempo, un fluir esclavo de sí.
Esta celebración de cumpleaños (¡dos mil once primaveras y contando!) ha sido pretexto para comer y beber hasta la estupida embriaguez, cuando la catarsis estomacal aparezca. No tendrá nada poético ver personas con vientres mayores que un sileno en apogeo; alimentando el cuerpo en sobre abundancia, mientras el espiritu permanecerá desnutrido, privado de suculentos manjares. No sólo de pan vive el hombre...
Época de reflexión es el privilegio brindado para encontrarnos. ¿Por qué Ser y no bien, la Nada? ¿Puede el todo radicar en algo tan insignificante como lo es el hombre? Tales cuestiones pueden tener las más variadas y complejas respuestas. Sin embargo, hasta no experimentar en "carne propia" no gozaremos del misterio.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Cinco Minutos
sábado, 3 de diciembre de 2011
Luna de Miel
Para Vero.
Era el tercer día de nuestra luna de miel en la Ciudad de las Luces. Decidimos, después de alimentar nuestros espíritus con una obligada visita al Louvre, alimentar nuestros paladares (el mío menos gourmet que el de ella) en un buen restaurante céntrico.
La mala fama de los meseros franceses no se hizo esperar. Nos trató con cierta singularidad, por así decirlo. No es bueno criticar al prójimo, menos si es francés, vestigios de mi idiosincrasia, ustedes perdonarán. Vero me sugirió como entrada para los dos un suculento raclette; un platillo nuevo para mí. Me encantó. Como segundo tiempo pedimos un corte de carne, de cuyo nombre no quiero acordarme. No podía faltar una buena garrafa de vino, que tuvo que ser rellenada nuevamente por nuestro mesero. Mi "sed" parecía interminable. Pasamos un excelente rato, distante por cierto, de nuestras futuras disertaciones filosóficas.
Llegó el momento de pedir la cuenta. Dejamos la propina. El mesero nos esperaba en la entrada, que ahora se había convertido en nuestra salida. A punto de salir, el mesero nos mostraba una sonrisa añejada, pero real, sobretodo alegre. Nos dijo muchas cosas. Me imagino que habrán sido palabras alegres; aunque no lo hubiesen sido, sonaban melodiosas en tan ilustre idioma.
Nos dirigimos al hotel sorprendidos por el cambio de humor repentino en nuestro anfitrión de alquiler. Caímos plácidamente en los pesados brazos de Morfeo. Debo confesar la consulta del tópico con la almohada.
-¡Vero, le dimos propina de más!
-- Manuel Ramos Desde Mi iPhone
jueves, 6 de octubre de 2011
Acción.
Con la inserción de Cristo en la historia de la humanidad, donde Dios ha adquirido un rostro histórico, concreto, aquí y ahora, palpable. Dios se presenta a nosotros como persona, incluso con un nombre, para poder ser llamado. Ante este hecho, el hombre se descubre inmerso en un diálogo interpersonal.
La religión católica se vuelve un diálogo entre dos personas: una divina y la humana. Dios muestra su papel en la historia del hombre como Salvador en la persona de Cristo. La Historia nos muestra un vínculo destacable: el hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza, conoce a Dios como ser personal; así mismo, en la medida en que descubre ese llamado, ese diálogo con su Creador, el hombre se descubre, él mismo, como persona. Este diálogo-llamado, implica de cierta forma relación. Pues el diálogo guarda una finalidad intrínseca; la búsqueda profunda de comunicar una palabra, un logos.
Aunque este logos podría comunicarse en primer lugar como cierto monólogo reflexivo, no adquiere relevancia hasta darse entre en un Yo y un tú… Santo Tomás afirma, apoyado en san Agustín, que existe una imagen y semejanza de la Trinidad divina en el hombre, reflejadas en sus facultades más elevadas. La misma palabra religión, etimológicamente significa volver a unir, en este caso al hombre con su Creador.
Cristo es el paradigma perfecto de persona, ya que al encarnarse, se vuelve asequible a los demás. Cristo es una persona que podemos situar en un aquí y ahora concretos, no sólo un mero Primer Motor, desconectado de los asuntos particulares, porque se vuelve existencia concreta, material en cierta forma. El tema del tiempo, en la historia humana muestra al hombre, a la persona humana como una realidad inacabada, un proyecto en términos heideggerianos. El hombre es un siendo, mediante la acción que le es propia. Un análisis completo de la acción personal, nos permite encontrar ciertas características como la irreductibilidad de la persona a meros aspectos materiales o espirituales, vistos de manera dualista, como si fueran contrarios. Sin embargo la persona no es propiamente su acción, tiene una substancia, una esencia. El acto más puro y vinculante de la persona es sin duda el amor, porque nos muestra siempre en relación interpersonal con los demás.
Sobre la felicidad
¿Por qué el hombre desea tanto la felicidad?
Es una tendencia natural que no requiere de mucha demostración, lo más interesante es que no siempre somos felices pero cuando llegamos a experimentar aquel sentimiento profundo sabemos que lo queremos siempre. La añoramos cuando no la tenemos, sufrimos cuando se ha ido y sonreímos cuando ha llegado. Ayer fui feliz un instante, pero ese sólo instante me ha servido para ser feliz durante toda la semana, me pregunto si ese pequeño instante será suficiente para combatir la inercia de la tristeza y el cansancio de la vida. La felicidad terrenal es la promesa en acto a nivel humano e imperfecto, de una felicidad eterna.
jueves, 19 de mayo de 2011
Secretos del estudio.
"Ya que me preguntas, carísimo hermano en Cristo, cómo debes estudiar para adquirir el tesoro de la ciencia, mi consejo es el siguiente:
miércoles, 9 de marzo de 2011
El Proceso nuestro de cada día.
Analizar, hoy día, nuestra realidad política y jurídica a partir de la visión kafkiana es algo que parece complicado en un principio; pero si vemos esta realidad política a través de El Proceso, caemos en la cuenta de que el señor Kafka no es indiferente en lo más mínimo.
En esta obra vemos que el hombre promedio, el hombre marginado inclusive, el hombre que vive día a día de su trabajo, vive en dos realidades completamente distintas por así decirlo, en dos mundos ajenos entre sí. Un mundo es totalmente independiente del otro.
El mundo legal y político, por no decir el mundo totalmente “legalizado como politizado” depende vitalmente del mundo real que lo sostiene y alimenta hasta nutrirlo en cantidades increíbles. Este mundo ha adquirido más fuerza que el mundo real; no obstante este superdesarrollo es aparente. El mundo real, nuestra cotidianeidad de gente del pueblo, nuestro trabajo, nuestras manos junto con todo nuestro apestoso sudor es lo que realmente ordena al misterioso mundo de la “legalidad”.
Pese a que nosotros creamos ese mundo, para establecer un orden con base en la Justicia- concepto totalmente vacío en nuestros días- vemos que ese mundo nos ha dominado con temor causante del saber que algún día seremos llamados a juicio, ya sea en este mundo o en el Otro, y no saber si realmente somos culpables ante esos jueces. Así son nuestros jueces: Uno infalible; el otro creado por nuestros propios temores e inseguridades basadas en lo efímero. Cabe destacar un tercer juez, que en este mundo nadie se puede librar de él, ni aún después de muertos su juicio permanece en la tierra, sobre nuestras tumbas. Este tercer juez no es un dios; todo lo contrario, es un simple mortal como nosotros mismos. Este juez que siempre nos perseguirá aunque seamos blancamente inocentes, tiene un nombre. Su nombre es conocido por todos, se llama “la sociedad”. Digo que la sociedad es el peor juez de todos, pues Dios te juzga una sola vez y te deja en paz, los jueces civiles si llegan a convencerse de tu inocencia te dejan en paz; pero si la sociedad encuentra alguien digno para expandir el veneno de su juicio infundado, ya no suelta nunca a su presa, ya que es cicuta que deshace toda posible conexión con la realidad hasta sus más desgarradoras consecuencias. Mucha gente dirá que cuando muera se librará de esta enorme sombra; pero yo les respondo que la huella que pudieron haber dejado en la tierra será borrada por la sociedad, así como la espuma del mar es consumida por la inmensidad de las olas. Pero las olas no saben que lo mismo que han pretendido borrar con tanto afán es parte inmanente de sí mismas. Las olas han provocado lo mismo que pretenden borrar del recuerdo arenoso, que es este mundo. ¿Acaso no nos ve como enemigos terribles el mundo legal?
Cuando Josef K. Habla con el pintor, el pintor le dice que hay tres tipos de absolución: La absolución real, la aparente y el aplazamiento.[1]
La absolución aparente para mí es la que adquieres demostrando tu inocencia y adquieres tu libertad; pero la sociedad te deja marcado para siempre con el sello injusto de la culpabilidad. En esta obra la sociedad ve a K. como un culpable, aunque todos lo conozcan, todos lo han visto pasar por sus calles, por sus vecindarios; sin embargo, todo el mundo en el fondo de su ser y de su conciencia, piensan que Josef es culpable y no tiene salvación. K. nunca oye decir a nadie que él es inocente y su proceso es injusto. Las personas no se preguntan por su inocencia ni siquiera se preguntan por lo que habrá hecho; sólo han escuchado que es arrestado y por lo tanto es culpable. El crimen no importa, debe existir alguien que pague por nuestros temores y por nuestras angustias para poder tranquilizar nuestras conciencias comparándolas con la sucia y culpable conciencia de Josef, pues al ser expuesto al público como un procesado, todo el mundo psicológicamente descarga todas sus culpas en él, si no como a Cristo, al menos como una piñata en la cual soltamos nuestro anhelo fantasioso de un mundo más justo.
Mucho cuidado con poner nuestra confianza en un sistema legal que está fundamentado en nuestras propias inseguridades y temores, porque si no se basa en lo objetivo, la sociedad en la que vivimos pende de un delgado hilo...
jueves, 24 de febrero de 2011
¿Qué dice el viento?
jueves, 10 de febrero de 2011
¿Amadón?
viernes, 7 de enero de 2011
Insomnio
Es una invitación a encontrarnos con Dios. En el silencio nocturno podemos escuchar armonías celestiales. El soberbio grita palabras que ni él mismo puede entender; el humilde calla para que Dios hable a sus hermanos a través del silencio, eco de los Corazones.
-- Manuel Ramos Desde Mi iPhone