jueves, 26 de noviembre de 2015

Mi amigo sacerdote.

      Mi amigo sacerdote. 

                                                                                Por Manuel Ramos.


     El párroco estaba sentado, con la cabeza agachada, como si contemplase las irregularidades causadas por el paso de los años y la evidente falta de mantenimiento en aquel viejo piso, aún sin encerar. Meditaba sobre la Encíclica Evangelii Gaudium. Era un renovado llamado de su Santidad para despertar el fervor en todos los fieles. Recordar que el cometido principal de la Iglesia es salvar almas. Para ello, los feligreces deben despertar de su letargo espiritual y actuar.

Rezó tres Avemaría para que la celebración eucarística fuera una alabanza digna para Dios. Invocó la luz del Espíritu Santo, para que su sermón fuera claro, breve y conciso; justo como lo había aconsejado el Papa en el documento. Tampoco quería olvidar las tres claves de la exhortación destinada a su grey. Primero hacer manifiesta la alegría del Evangelio. Cristo nos salvó a precio de su Sangre; por tanto, los desvelos y ayunos que su pobre servidor hiciera serían como paja en comparación. Desde las cuatro de la madrugada no había pegado los ojos. Un café solo y un pedazo de pan duro, consistían su desayuno, si pudiera llamarséle tal. Las campanas anunciaban el pronto comienzo de la Celebración Eucarística; obviamente la primera de la jornada.

En segundo lugar los exhortaría a salir de sus "burbujitas" del egoísmo e indiferencia para que finalmente buscaran el rostro de Cristo en el prójimo. Finalmente les diría que actuaran de acuerdo a lo escuchado en el Evangelio de hoy. 

Después permanecería dos horas en el confesionario, esperando la celebración de su vicario parroquial, hasta las diez de la mañana con todos los niños de la comunidad. 

Recordó a doña Laurita, una verdadera asidua al sacramento de Confesión. Cómo lo ofendió cuando le hizo notar, frente a media asamblea, el "largo" de su cabello. Sólo por dejar pasar dos días antes de su visita habitual con el peluquero. ¡Era el colmo del ojo inquisidor de la sociedad! 

Con mucho esfuerzo trató de concentrarse en su sermón. Rezó Laudes para cumplir con sus obligaciones pastorales y de paso alabar a Dios. Señor abre mis labios...

El brillo reluciente de sus recién adquiridos zapatos lo volvió a distraer. Ahora las palabras de don Roberto, calaron profundamente su ánimo. Apenas ayer le había dicho irónicamente: El padrecito está estrenando. Se ve que esto de las misas si deja...

Llevaba casi tres años con sus viejos zapatos; eso sí, bien engrasaditos. La suela del pie derecho estaba tan desgastada que le provocaba un ardor digno para una historia de Sade. Con un dinero extra pudo comprarse un nuevo par. Un verdadero milagro. El recibo de luz no se pagaba solo, y para colmo era de uso comercial. Mes con mes libraba grandes batallas financieras para pagar el servicio. Su alimento y vestido quedaban en segundo plano. 

Faltaban escasos días para Navidad. Con toda la pena del mundo tendría que pedirle a toda la Comunidad un "aguinaldo" para la Parroquia. "Dios se los pagará con creces, ya verán". Haría pasar las canastas por segunda vez y que se haga su Voluntad. 

Deben saber que, todo lo anterior, está inspirado en hechos reales. La mayoría de los sacerdotes agotan sus días, preocupados por sus feligreses. Y a cambio, sólo reciben críticas de acuerdo a los prejuicios y gustos de la comunidad. La Iglesia la hacemos todos. No es justo culpar a los prebísteros excusivamente. También nuestras acciones alejan a las personas... ¡Cómo pesa el ejemplo!



sábado, 31 de octubre de 2015

Cala-Verito.

A mi esposa (sobra decirlo):


     Muy entretenida se encontraba Vero, 
como era costumbre, oyendo al Bloguero
sin percatarse de tremendo aguacero.

Cinco minutos más, esperaba con alegría
pues el video semanal pronto terminaría,
y la vasta colección de episodios, reproducía;
era lo que You Tube desdeñoso le ofrecía...

Sin deberla ni temerla, una visita llegó.
Era la Flaca, que ya la buscaba.
Desprevenida; con calificaciones, lloró,
en sus pobres alumnas pensaba.

Era sin lugar a dudas, el momento
anhelando, platicaría sin lamento
con Platón y Aristóteles, no miento.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Pequeños placeres.


         He tenido varias inquietudes. No es para menos. Llevo cuatro lecturas alternándose en mi mente y en mis gustos. Por la mañana leo un ensayo sobre santo Tomás de Aquino. Contrario a lo que se piensa comunmente; el Aquinate elaboró una filosofía propia, construida con categorías aristotélicas. En mis ratos de ocio (que son la mayoría), leo la cuarta entrega de la trilogía Millenium; la cual desgraciadamente no pudo terminarse por el autor original. Los primeros capítulos han satisfecho mi gusto por las conspiraciones y las personas genio. Lisbeth Salander entra en tan selecto grupo. Una heroína a su manera. 


Por la tarde, acompañado por una buena taza de café, hojeo una biografía sobre  la Emperatriz Carlota de México. Este libro en particular fue comprado por mi esposa en la reciente Feria Internacional del Libro en la ciudad de Monterrey.  Por menos de cincuenta pesos, los detalles biográficos de esta gran mujer llegan a mi acervo interior. Reservo un libro de Gabriel García Márquez para leer después, que conseguí por diez pesitos. Si hubiera tenido cien pesotes, sería el afortunado dueño de toda la obra de Gabo... ¿Quién dijo que la cultura no estaba al alcance de todos? Recuerdo una escena de la película Good Will Hunting, protagonizada por Matt Damon, donde, metido en su personaje le reclama a un presumido y fresa estudiante universitario, que pagó miles de dólares por una educación disponible en la Biblioteca Pública. Sólo falta querer saber. 


Curiosamente, los momentos de mayor reflexión ocurrieron dentro del autobús. Sentado junto a la ventanilla, rumiaba las ideas ofrecidas mediante un diálogo silencioso. Yo pregunto y el autor tiene que responder porque no le queda de otra. Las respuestas están ahí; si no, buscaré quién me las diga. En otro autor, con seguridad las encontraré.


No dispongo, como la mayoría de las personas, del gran privilegio de perder el tiempo. Siempre está en juego algo más que el conteo, abstracto de los instantes. Hasta en el camión debía estudiar. Extraño esa permisividad cognitiva, bien lograda en la Ciudad de México. Ahora que estoy en Monterrey; resulta más fácil y económico trasladarme en automóvil particular, que en el transporte público. Sorprenden las divergencias sociales en un mismo país. Ahora escucho podcasts cuando los trayectos largos se presentan. Es placer intelectual. No cuesta nada. Bueno, en realidad exige nuestro tiempo. Lo más valioso, porque implica Ser, dar-nos...


Por la noche, con léctor electrónico en mano, revivo las aventuras del Señor de los Anillos o río a carcajadas con las geniales ocurrencias del Quijote. Lo hago con intención de conseguir sueños fantásticos, donde yo sea el héroe. Me conformaría si participara en los relatos. Sí, el Quijote es una verdadera joya. Si supieran las carcajadas que produjo en mi ser... Pocas veces he reído tanto. De ambas obras, es la segunda lectura emprendida. Muchos detalles escapan con una sola lectura. Soy pésimo recordando nombres. De los apellidos, ni se diga.


Hay días en los que nada sucede. Por causas de fuerza mayor, me es difícil encontrar el sosiego necesario para continuar con mis escapes de lectura. Ese día para mí, es día perdido. A pesar de hacer otras cosas; como si nada hubiese hecho.


No concibo que en este país haya pocos lectores. No hay fórmula mágica para el cambio. Sin embargo, es el mejor comienzo. Por ejemplo: No sé cómo ande Nuevo León estadísticamente hablando en niveles de seguridad. Tendré que visitar el sitio del INEGI. Las televisoras, no obstante andan circulando noticias (incluso de años atrás) con imágenes de violencia; afirmando categóricamente y sin temor a equivocarse que los índices delictivos han aumentado con el cambio de  gobierno. Sea cierto o no, poco importa; puesto que no respaldan sus imágenes con datos macizos. Para una mente crítica, esas notas carecen de objetividad, esconden fines tendenciosos. Lamentablemente las noticias pueden ser fabricadas o maquilladas. 


Ante esta situación es imperativo fomentar el gusto por la lectura. Veinte minutos ya no son suficientes. Pero, como dije arriba: por algo se debe empezar. La lectura es alimento mental. Sacia nuestro cerebro con ideas. Con el tiempo las hacemos propias. Y esto se pone mejor: Añadimos el condimento de nuevas ideas. Las comparamos con otras. Nos hacemos partidarios del mejor argumento, sacudiendo las opiniones. Llenamos de contenido nuestra opinión sobre algún tema. Por último, no nos conformamos con cualquier cosa. Exigimos lo mejor de lo mejor. 


Todo esto ocurrirá con un simple, pero eficaz detonante: Leer. 

viernes, 23 de octubre de 2015

¡Homo Videns, atrévete!



      Hace unos días, tuve la fuerza de voluntad suficiente para abandonar las novelas y hojear el célebre libro de Giovanni Sartori, Homo Videns. Es una obra que invita a la reflexión. Sobre todo en una sociedad plagada de imagenes, en la cual el pensamiento racional se pierde, queda vacío. ¿Por qué? Lamentablemente el cerebro; o se llena de ideas o se atiborra de cualquier cosa. La segunda opción es la más sencilla de seguir. No exige ningún esfuerzo. Basta con encender el televisor, sentarnos en nuestro rincón favorito, dejando que alguien más rumie la ideas para consumirlas. Poca falta hace un pensamiento crítico, ante el desfile de imagenes que halagan nuestra sensibilidad. Fuera la sensatez crítica. 

Adelanto mi conclusión: La Televisión aletarga el entendimiento. Es una droga virtual. He aquí el verdadero opio del pueblo. Nuestro actual Circo Romano.

El fin de la televisión no es otro que entretener. Fuera de esto, añadiríamos funciones ajenas a esta caja hipnotizadora, fábrica de verdaderos zombis. Vampiro inmóvil que descarga nuestra vida e infunde necesidades de consumo. Interrumpo mi  negatividad por un motivo sencillo: También he caído ante la serie de espejismos transmitidos diariamente. Desde una vorágine informativa por las mañanas, hasta la serie policiaca que nos arrulla por la noche. No voy a negarlo. El problema es cuando queremos trascender el fin lúdico de la televisión. Si el tele-noticiero se convierte en nuestra única fuente de información, si llenamos nuestra memoria con pura imagen sin contenido, entonces nuestra capacidad racional queda en jaque.

La imagen se ha vuelto garante de verdad. Está valuada en más de mil palabras. ¿No es cierto? Sin embargo confiamos arbitrariamente en la intención del comunicador. Ya no tenemos que invocar a Dios como testigo. Basta con "citar" lo visto en el noticiero matutino, para respaldar nuestra humilde opinión. Porque eso es: Opinión. El homo sapiens, no puede saciarse sólo con opiniones. Bien afirma Aristóteles en el libro primero de la Metafíscia: "Todos los hombres desean por naturaleza saber".

Sartori tristemente nota que el homo videns está aniquilando la capacidad distintiva del homo sapiens, a saber, la abstracción. La única solución está cerca de nuestras narices. Parece fácil; pocos lo harán realidad. Hace falta acercarse a los libros. Leer, leer y leer. Con la lectura nuestro pensamiento crítico entra en juego, en un rol fundamental. No sólo recibe; también participa, aporta. Hay una especie de diálogo entre el libro y su lector. La opinión aportada se enriquece con lo leído. Se convierte en conocimiento.

Sólo falta atreverse...


jueves, 27 de agosto de 2015

Yo, vegetariano.



El 5 de junio, tomé una decisión radical en mi vida: No comer carne. El motivo es simple. Los animales sufren cruelmente, por la ambición del hombre. ¿La causa de esta nueva dieta? Sí, fui a un restaurante. Pedí mi acostumbrada hamburguesa. Estaba asquerosa. Era como morder una bola de grasa; término tres cuartos, por supuesto. Mis dientes toparon con alguna dureza. Era un hueso dentro de lo que denominaban carne. Nausea (y no de la que provoca la existencia). Di un trago a mi cerveza para no volver el estómago. Lo único decente fue la bebida.

Al sacar la masa ósea de mi boca, me imaginé comiendo un cadáver ensangrentado. ¿Guacala verdad? Esa tarde sería la última de mi dieta carnívora. Debo confesar que la idea de alimentarme de vegetales era poco alentadora. Los argumentos en contra de comer animales, eran más fuertes que los positivos. Confieso y agradezco a mi hermana el valor para comenzar mi conversión ecológica, en palabras del Papa Francisco.

Hace poco terminé de leer su carta encíclica Laudato si. No podía ser incongruente con mis pensamientos, mi religión y mis acciones. Mi conversión va un poco más lejos de lo expresado por el Papa. No estoy en contra de quienes comen carne. Simplemente no estoy de acuerdo con el sufrimiento animal innecesario. Coman carne; pero traten bien a los animales, evitándoles todo el sufrimiento posible.

El Papa en el número 69 del mencionado documento, cita a los obispos de Alemania: en las demás criaturas "se podría hablar de la prioridad del ser sobre el ser útiles". Los demás seres guardan un valor especial. No están hechos para satisfacer los caprichos del hombre.

Tampoco Su Santidad hace referencia explícita a las corridas de toros, peleas de perros, de gallos; pero sus palabras son tajantes, apoyadas en el Magisterio y citando el Catecismo de la Iglesia Católica afirma: "Todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana" (No. 92).

Los católicos no podemos ser indiferentes ante esto. Quienes participan en tales "espectáculos" no están en consonancia con la Iglesia. Ya siento caer los insultos y provocaciones. Pero ni modo. Tenemos que abrir nuestra mente. Si estas prácticas violentas denigran al hombre, mejor será cambiar de chip en nuestra mente y ceder al peso de los argumentos. Los animales sufren innecesariamente en semejantes "espectáculos". Nunca entenderé a quienes encuentran esto entretenido, incluso divertido.

Sinceramente: ¿qué diferencia hay con esta mentalidad violenta con la ejecutada en los campos de concentración, o en el circo romano? Cambian de víctima, nada más.

Del mismo modo, escapa a mi comprensión quienes ponen su preferencia en los animales, por encima de los seres humanos. Esto también es contradictorio. Muchos bebés abortados, tantas familias en la miseria y muriendo de hambre ante la indiferencia de los demás...

No les digo más. Lean y juzguen por ustedes mismos. Estoy abierto a argumentar con quien esté dispuesto. Sólo doy testimonio de mi caso. Desde hace tres meses  siento menos pesadez, que cuando comía carne.