lunes, 18 de marzo de 2019

¿Tenemos alma?





¿Tenemos alma?


         Cuando estudiaba filosofía en la Universidad, me tocó hacer mi servicio social en un albergue donde vivían personas indigentes. Conocí todo tipo de personas. Desde el señor que tuvo todo y lo perdió… hasta el señor don Pepe. Una persona muy especial. Era un viejo con cataratas en los ojos, sentado en una silla de ruedas. Pero la razón por la que lo recuerdo es porque un día nos habló sobre el alma humana. Y para probarnos que teníamos alma nos dijo:


----Tenemos alma porque podemos hablar con nosotros mismos…En nuestro interior.


Y efectivamente, este hombre me dio una lección de sabiduría. Con su sencillez había dado un argumento muy fuerte para considerar la existencia del alma humana…


Podemos probar de manera racional la existencia de nuestra alma. Queridos amigos ustedes se preguntaran cómo se puede demostrar algo que no vemos. La respuesta requiere reflexión de nuestra parte.


Sea dicho de paso, las causas pueden conocerse por sus efectos. En el caso del alma tenemos un efecto peculiar y concreto, a saber, el pensamiento.


El pensamiento es un efecto de índole inmaterial. ¿Cuánto mide el pensamiento, cuánto pesa? O a modo medieval ¿Cuántos pensamientos caben en la cabeza de un alfiler? El pensamiento es inmensurable, debido a su inmaterialidad. Si el pensamiento es un efecto inmaterial de nuestro ser; por tanto la causa de tal efecto que es nuestra alma, también debe ser inmaterial.


Volviendo al recuerdo de don Pepe, cuando él decía que podemos hablar con nosotros mismos, ciertamente estaba hablando de un fenómeno muy peculiar. Estaba hablando de la reflexión. Es decir no sólo pienso, produzco pensamientos sin más. También al pensar puedo reflexionar sobre el mismo acto de pensar. Pienso que pienso, entiendo que pienso, en términos agustinianos. Sobre la reflexión vienen a mi mente las enseñanzas de mi profesor Carlos Llano:


Si la reflexión sobre nuestro pensamiento fuese totalmente orgánica, es decir causada exclusivamente por nuestro cerebro, entonces tendríamos una cabeza enorme. 


Es decir que si el pensamiento fuera absolutamente material, la reflexión sobre nuestro pensamiento, también lo sería, necesitaríamos un cerebro adicional para reflexionar sobre nuestro cerebro y así sucesivamente. Seríamos unos seres con una cabeza inmensa…


En resumen:


  • El alma puede conocerse por sus efectos. 
  • El alma es inmaterial, porque el pensamiento que es su efecto, es inmaterial. 
  • El alma no está sujeta a los cambios que se producen en los cuerpos, por ejemplo, el tiempo. 
  • El alma es un principio vital de los seres vivos.


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