sábado, 30 de marzo de 2019

El alma de los animales



     El hombre vino al mundo a dominar sobre la Tierra y todas sus criaturas. Sin embargo se ha entendido el término "dominar" de manera equivocada, considero yo. En esta ocasión voy a exponer sobre la perspectiva, lo más cercana posible, animal. Los tiempos que vivimos necesitan mostrarnos un recordatorio: los animales son diferentes de los objetos. Parece una obviedad; sin embargo, hay personas que tratan a los seres vivos como "muebles" , "objetos" o simples mercancias...

De acuerdo con Aristóteles, un animal es aquel ser con automovimiento, tiene el principio de movimiento y reposo en sí mismo. Por eso cuando vemos caricaturas en la televisión, también se les llama dibujos animados, porque simulan el movimiento de sus personajes, como si tuvieran vida.

El Filósofo considera tres tipos de alma, a saber, vegetal, sensitiva, e intelectual. El nivel inferior es el vegetal; pero los niveles superiores, incluyen y suponen a los inferiores. Las plantas tienen movimiento, ya que se nutren, crecen y se reproducen. No es un movimiento evidente a primera vista para nosotros. Los animales también tienen sensación, es decir, captan los estímulos ambientales con sus sentidos. Aristóteles se da cuenta del sustento sensible de la imaginación. Si sentimos podemos imaginar y soñar. Los animales también pueden soñar e imaginar. Por último, el ser humano puede pensar, acto definido por no quedarse en los datos sensibles, sino que el pensamiento no se queda en la experiencia. El hombre siente; pero el sentir no es su capacidad más elevada. En cambio en los animales, la sensibilidad es su capacidad más elevada. Por ello los animales disfrutan más de su entorno (sensiblemente) y, sufren más con el dolor físico. Esto nada más es una teoría. Vislumbres.

Los animales son inteligentes. Baste ver a los delfines, a los perros, cerdos, entre muchos. No es lo mismo inteligencia que razón. Sólo el hombre es racional. El ser humano es más inteligente que los animales; pero el animal es más sensible. Tienen los sentidos más desarrollados, así como el humano ha desarrollado su intelecto.

El maltrato animal aparece con un nuevo matiz. Moralmente es algo inaceptable. Hay dos visiones al respecto. La visión de Kant y del Papa Francisco. La primera afirma que el hombre puede hacer lo que quiera con los animales, incluso dañarlos. Lo que preocupa a Kant es el posible ascenso en el maltrato, ¿qué impedirá que dañe también a sus semejantes? Por eso no debe maltratar a los animales, en virtud del hombre mismo. Es un pensamiento ilustrado.

La visión de Francisco se basa en el Catecismo de la Iglesia Católica: Todo ensañamiento contra cualquier animal, es contrario a la dignidad humana. Las peleas de perros, las corridas de toros no están mencionadas de manera directa en la Encíclica Laudato Si; no obstante es fácil deducir su negación a partir de esta cita del Catecismo. ¿Por qué el Papa no confrontó directamente a los taurinos? Claramente se sigue que un católico no puede ser partícipe de semejante espectáculo. 

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