viernes, 21 de abril de 2017

Inicié el reto de lectura: Un libro por mes



          Con el inicio de año, uno de mis propósitos fue el de leer por lo menos un libro al mes. Presumo mi lista actualizada hasta la fecha:

1. 1984.

2. La Silla del Águila.

3. Tomás de Aquino. Un pensamiento siempre actual y renovador. Francisco Canals Vidal.

4. Número Cero. Umberto Eco.

5. Dos compendios de The Walking Dead.

6. Superman Red Son.

7. Harry Potter y la Piedra Filosofal.

También estoy leyendo en mi dispositivo móvil (6.8 pulgadas), El Señor de los Anillos en la aplicación kindle de Amazon, la cual se sincroniza con todos mis gadgets. Actualmente me encuentro en los primeros capítulos de Las Dos Torres. Es la segunda vez que leo a Tolkien. Todo un clásico. Uso el phablet como lector electrónico en tiempos muertos o cuando no llevo ningún libro conmigo.

Como pueden darse cuenta, mis lecturas son variadas: desde comics, novela gráfica, hasta ensayos filosóficos bastante elaborados, haciendo escala en una que otra novela. Voy adelantado por tres meses. Podría detenerme y dedicarme por completo a ver series en computadora. Sin embargo mi objetivo es vivir a través de los libros. Frente a la pantalla sólo soy espectador, un sobreviviente más...  Un libro leído es parte de ti. Lo haces tuyo.

¿Qué aplicación tiene esto en mi vida? La respuesta es todas y ninguna. Al ser el conocimiento vida, las aplicaciones dependerán totalmente de cada persona. Leer transformará tu mente, de acuerdo a tus capacidades. No leer te hará inmune al cambio.


viernes, 17 de febrero de 2017

Perderse en la lectura.




     Recuerdo mis días de preparatoriano. Me quedaba solo en el salón, cuando ya todos se habían ido a disfrutar del recreo. Aprovechaba la soledad del recinto para leer. Así me refugiaba. ¿Exactamente de qué me refugiaba?


De muchas cosas: del ruido exterior, del chisme, de acosadores, en fin; pensaba (erróneamente) que la mayoría de las conversaciones eran banales. Tampoco a mis diecisiete años, podía tener ideas auténticas, sin algún contaminante mediático. A esa edad quieres devorarte el mundo. A tu manera...


En fin, me perdía leyendo. La Voz del Maestro de Gibrán Khalil. Lo leí de corrido, despacio, reflexionando; interpretaba sus ideas. Es un libro que no alcanza las cien páginas; pero lo llevaba a todas partes. Mi mamá lo compró usado. Sus hojas estaban amarillentas. La pasta blanda apenas lo protegía de mi avidez lectora. ¡Cómo influyó ese libro en mi vida! Ahora que lo pienso, también ayudó en gran medida por mi opción filosófica. Incluso antes de haber leído el Comentario al Credo de Santo Tomás de Aquino.


Perderse es una palabra vista con recelo. Quedaba absorto en aquel librito. Lo leí varias ocasiones. Vaya que lo exprimí. El mundo desaparecía, para dar cabida a una realidad más vasta. Gibrán traspasaba los límites temporales para comenzar un diálogo conmigo. Yo casi no decía nada; sólo escuchaba mentalmente al maestro.


El libro ya era parte de mí. En el diálogo mental, atemporal, con el autor, radica la esencia de leer. De esta forma, apropiándose del contenido, hacerlo propio, es como leer se vuelve una acción vital. Conocer.


Me parece increíble que existan personas apáticas con la lectura. Si tienen un horizonte infinito de posibilidades ante sus ojos.

viernes, 10 de febrero de 2017

Libros en acción.



           Llevo tres semanas llegando al trabajo con un libro en mano. Ahí no termina la cosa. En ratos en los que mi labor no es demandada al máximo, dedico a leer la novela en turno. En este caso es La silla del águila de Carlos Fuentes.


He destinado esos breves instantes a la lectura; en vez de perder mi tiempo mirando la inmortalidad del Facebook o Instagram, o bien, con una partida de algún juego móvil. Los beneficios son mayores. Ejerzo libertad del pensamiento. Dejo mi mente vagar por donde le plazca. No está constreñida al aquí y ahora de las redes sociales. El mundo virtual es un mar de opiniones. Todos tienen algo que decir y nada por hacer al respecto.


Sin quererlo, hice publicidad a mi lectura. Sólo dejé el libro sobre el escritorio, a la vista de todos. ¡Cómo llovieron los curiosos! Uno en particular llamó mi atención: Analizó el libro de pe a pa. Leyó la contraportada, abanicó sus hojas, contempló la ilustración... Parecía que el libro como tal, lo invitaba a leer. El poder de la literatura es atrayente. Como si una voz le dijera: léeme. Me atrevo a decir que presencié un reencuentro de varios años. ¿Cuándo habrá sido la última vez que tomó un libro en sus manos para nutrirse de sus páginas?


Espero no sea la última vez que lo haga.


La mejor forma de empezar el cambio, en todo aspecto, es leyendo. Abrir y elevar la mente a nuevas formas de pensamiento. Busquen un tema de su interés y lean. La lectura es un placer, no conviertan en tormento lo que no es.

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Qué tienen en común The Lord of the Rings y The Walking Dead?


27 de noviembre de 2016.


        Por fin ha llegado el Adviento. Tiempo de espera. Árbol navideño, villancicos, pesebre, etc. Aguardaré la llegada con un café de olla, una de tantas versiones. Piensan que con agregar canela al brebaje, ya será digno de nombrarle "de olla". Pero algo es algo. No me puedo quejar. También puedo buscar alguna receta en internet y preparar una mejor versión de esta bebida recargada. 


No sé si es mi imaginación; pero desde hace tres años, parece que los inviernos son más cálidos. Tengo tres suéteres arrumbados en un cajón, esperando el frío necesario para no cocinarme dentro de ellos.


Me encuentro a merced de un libro fascinante. Lo es porque combina dos aficiones: El Señor de los Anillos y Filosofía. ¡Excelente par! El libro se titula (por si les interesa), El Señor de los Anillos y la Filosofía, editado por Ariel. Es una compilación llevada a cabo por Gregory Bassham y Eric Bronson. Estoy por terminarlo. Los ensayos ahí contenidos, me han tenido en suspensión reflexiva por horas y horas, aun después de terminar algún capítulo. Soy fanático de los libros que detonan el pensamiento, sobre todo crítico.


También, debo confesar (¿o no?), que los comics han absorbido gran parte de mi energía vital. En lo particular he estado inmerso en las historietas de The Walking Dead. Llama mucho mi atención cómo sería el comportamiento del hombre en situaciones extremas, tal es el caso de una invasión zombi.


Y es que los seres humanos tendemos a modificar nuestra conducta, para bien o mal, cuando nos enfrentamos a situaciones "incómodas". Simplemente nos sacan de nuestra zona de confort. Precisamente en estas historias podemos acercarnos filosófica y sociológicamente, al actuar del hombre.


23 de enero de 2017.


Tanto en The Lord of the Rings como en The Walking Dead, encontramos un punto en común: las acciones del hombre, y en concreto, sus decisiones.

Ambas empresas requieren un constante decidir. El camino elegido no sólo afectará al agente, también a quienes lo acompañen en su obrar.

En el apocalipsis  zombi, las decisiones están supeditadas a instintos básicos como comer y salvar el pellejo. Es decir son elecciones situadas a un nivel local e individual. Por otra parte la visión en el Señor de los Anillos es diferente: persigue un bien mayor, el salvar a toda la Tierra Media.

La enseñanza de estas obras es que nuestras elecciones pueden repercutir en las demás personas y a veces no lo entendemos.